19 de julio de 2016

Dos cosas hermosas pasaron hoy en un día enorme, larguísimo que quiero que termine ya y hundirme en una serie o algo que me haga descansar instantáneamente.
Una: me escribió Lidia Blanco, a la que quiero enormemente... y considero una capa de aquellas sobre LIJ y me dijo que le gustó realmente mucho "Los que volvieron", que la emocionó y le pareció excelente. No digo más porque el autobombo puede volverse insoportable.
Dos: Voy a la Feria Infantil en el CCK, lugar que al había ido solamente dos veces antes y me sigue pareciendo hermoso y ahora desaprovechado... (salvo la Feria no vi nada). Como sea, me siento a firmar y de pronto, viene un pibe que yo no recuerdo y me dice que fue mi alumno en la Facultad (a mí me parecía de secundaria, cara de nene completo) y que yo le "cambié la vida"..., que hasta hice que hubiera comunicación entre él y la vieja porque él le contaba las cosas que yo decía de las instituciones totales..., y sigue toda la historia que no voy a contar porque no es mía. Yo me lo quedo mirando, asombrada de lo lejos que pueden llegar las palabras. Con miedo, claro, porque es casi demasiado. Le firmo, le doy las gracias...
Hace un frío terrible y estoy cansada de él pero esas dos cosas me acompañaron todo el día como una especie de cúpula privada tibia y deliciosa, de esas que solamente pueden construir los buenos recuerdos.

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