3 de marzo de 2017

A Modica no fuimos. No nos alcanzó el tiempo por el día en que esperamos al médico. Y a Noto tuvimos que ir después, cuando ya nos íbamos de Siracusa. Y encima, me perdí ahí o mejor dicho me perdieron. Bajé a preguntar en una panadería (creo que nunca me voy a olvidar del lugar, casi una panadería de las chiquitas de la Unión Ferroviaria, en Ezeiza, donde voy los domingos, a veces), pregunté dónde estaba el centro histórico, lo que se ve, y cuando supe, dos segundos, salí y el auto no estaba. No estaba. Miré adelante, pero no. Me asomé a la calle que veníamos siguiendo, no. Hacía frío, había dejado de llover pero no del todo. Y yo no tenía nada. Ese era el problema. Yo (miedosa como soy) necesito un plan B. Decirme: Bueno, si no vienen porque pasó algo, porque... no sé, lo que sea, yo puedo seguir sola a Taormina... o algo por el estilo... Pero esa mañana no tenía plan B: no tenía documentos, no tenía cartera ni dinero, no tenía campera si empezaba a llover de nuevo. El teléfono no lo usábamos así, abiertamente... No me preocupé. Esperé un tiempo. Nada... Cada vez que se acercaba un auto parecido a nuestro autito de la tra non molto.., me esperanzaba. Al final, entendí: Se perdieron. Debe ser eso. Así que me puse a averiguar la calle y la altura para mandarla por watsap... Por suerte no llovía. No llegué a hacerlo: llegaron. Se habían ido al diablo porque allá si no podés estacionar, es complicadísimo dar la vuelta, todo es en curva.
Así que seguimos, estacionamos cerca del barrio antiguo, compramos un paraguas fabuloso que nos vendió un inmigrante africano (barato, además, y lo pude traer de vuelta, era grande, como me gustan a mí) y entramos. Noto es bello y el brillo en las calles de mármol mojadas era casi el de un espejo. Las chicas no bajaron pero fue hermoso ver todo despacio, con Odi, subir por una calle, bajar por otra, comprar algo..., no sé si pasta de alcaucil o qué. Frente a la plaza principal, había dos o tres señores mayores charlando en dialecto y nos quedamos ahí un rato mientras Odi los grababa. No había mercado (aunque lo buscábamos) pero cuando llegamos al lugar donde funciona, en verano claro, no en enero, por lo menos conseguí un baño. Estaba muerta de hambre cuando volvimos al auto... Y no teníamos dónde comer.

















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