20 de junio de 2017



Invierno, invierno, invierno. No lo disfruto, no, pero lo conozco. La fidelidad de los ciclos me consuela, siempre lo hizo. En la calle, todas las hojas de los plátanos están en el suelo, como un tesoro de láminas doradas. Hoy no hay viento así que esperan, esperan para volver a volar. Me acuerdo de pronto de las hogueras de junio en mi infancia, en El Trébol, Ezeiza. Acá no existen pero yo recuerdo esa sensación (horrible para mí) de calor cuando una se acercaba al fuego y de frío terrible del otro lado del cuerpo. Las hojas volvían al cielo en humo. A mi gata le gusta tocar las montañitas de hojas con las patas. Desde dentro de la casa, donde hace una temperatura razonable, es una escena casi agradable. Casi, claro.

No hay comentarios: