2 de julio de 2017

Bueno, terminamos The Killing. Me gustó mucho (hablo de la estadounidense, la otra no la vi...). La segunda temporada tiene cosas del caso policial en las que no creí (digo, eran demasiado rebuscadas) pero lo que me interesó enormemente fue la pintura de Seattle, ciudad que conocí hace años durante unos días (fui para un congreso de literatura y la recuerdo con mucho cariño aunque, tal como en la serie, llovía todo el tiempo): los marginales y sus vidas terribles (y en eso no hay piedad con personajes muy centrales, lo cual duele y está bien que duela); los políticos y el poder; el poder y sus crímenes; lo que cuestan las vidas comunes de clase media. Eso está muy bien pintado, los diálogos me parecieron fabulosos, las actuaciones impecables. Una mirada muy, muy negativa de todo eso sí y por eso, a mi alma sensible y necesitada, le encantó el final donde de alguna forma las cosas terminan más o menos con esperanza para algunos personajes. Lo agradezco. Por otra parte, desde los recursos narrativos, es una gran pegada, en ese final, volver a escenas que se vieron durante toda la serie en los títulos y no se despejaron hasta ese momento. Una buena "marca de final" que hace que una sepa..., sí, se termina. De las que vi últimamente, la mejor.

No hay comentarios: