8 de marzo de 2018

Una anécdota, o dos mezcladas, que siempre es mejor, en el día de la mujer.
Hace años traduje trabajos estadounidenses sobre educación. Recuerdo muy poco pero esto es inolvidable: se habían hecho encuestas a maestros y maestras sobre lo que esperaban de chicas y de chicos en la primaria. No directamente, sino con preguntas que parecieran más inocentes, más cotidianas. Pero el resultado era claro: ellas, ellos esperaban "inteligencia creatividad" de los varones y..., sí, "prolijidad" de las mujeres. A mí, eso me costó mucho en la escuela. Yo era excelente alumna (bah, menos con los números y demás pero juro, era traga) pero nunca fui prolija... Más, ahora sé que la prolijidad es algo que me asfixia, no me deja respirar, no me gusta aunque admiro muchísimo a quienes sí lo hacen y les sale naturalmente, pero no es una meta para mí, nunca lo fue. Eso hacía que en las materias tipo "dibujo", "trabajos prácticos" (uffff, lo práctico...), "labores" (sí, tuve labores, se ve que estoy vieja), tuviera que hacer como que trabajaba en clase y después, pedirle a mi tía abuela que me hiciera las cosas. A mamá, a veces, pocas porque ella trabajaba. Las dos eran muy, muy perfeccionistas y prolijas. Yo no. Creo que sin ellas, nunca hubiera aprobado esas cosas. En parte, de ahí salió mi libro "Las cosas, el gato y yo"...
Hace poco, unos meses, creo, en una reunión a la que fui con personas que no conozco bien, se armó una conversación parecida. Y me di cuenta que la cosa sigue muy igual. Porque varios, hombres y mujeres, ahí, creían que las mujeres son más prolijas, más eficientes. Yo me irrité, lo confieso. Por eso, seguramente tendría que pedir disculpas. En otros momentos, en otros años mejores, yo lo dejaba pasar o lo decía con algo (no mucho) más de tranquilidad. Sé que me puse colorada, como hacemos los tímidos cuando sabemos que vamos a decir algo que nos va a poner en contra de alguien y dije algo como "¿Qué mujeres? ¿Qué hombres? Yo no. No soy prolija, no soy eficiente, no soy práctica"... Y soy mujer. Eso quería decir.
O sea..., la seguimos. Yo me niego a que me exijan prolijidad, ganas de arreglarme, interés en la ropa, porque soy mujer. N han cambiado tanto las cosas. Hay cosas más importantes para parar y marchar pero vaya esto como un ejemplo más de la vida cotidiana.

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