27 de mayo de 2018

En Adrogué, fuimos a ver Isla de perros de Wes Anderson. Me puse feliz cuando vi que era subtitulada, pensé que iba a tener que tragarme el doblaje... y eso lo odio pero lo hago si no hay más remedio.
Qué maravilla. Todo, todo es una maravilla, como suele pasar con Anderson. La historia es fabulosa, una historia compleja, que dice de todo sobre nuestra humanidad, sobre nuestra relación con el planeta (basura incluida), sobre las cosas horrendas que nos hacemos unos a otros y a los que comparten esta Tierra, animales, plantas, etc, sobre la necesidad de decir No aunque sea en soledad, sobre el heroísmo y la necesidad del otro. De los otros. Una historia comunitaria como era Moonlight Kingdom. El trabajo para hacer esa animación cuadro por cuadro con muñecos es... impresionante, perfecto, absolutamente asombroso, una obra de arte visual, sin duda. La expresión de los perros protagonistas, impresionante (¡¡los ojos!!); las voces, perfectamente elegidas (no pongo los nombres pero muchos son actores y actrices mu conocidos); los nombres (transcurre en un Japón del futuro), Atari, Yoko Ono, Mayor Domo, uno tras otro una delicia; toda la cuestión de la ciencia y la forma en que se la descarta si va contra los planes de los poderosos, una pegada (me hizo pensar en El hombre del traje blanco, o algo así, esa película sobre alguien que inventaba una tela que no necesitaba lavarse ni se rompía nunca); la crueldad, que hay y mucha, muy necesaria; lo que se hace con la idea de los "caníbales", fabuloso (ahí me dio miedo de que termináramos hablando de caníbales sin tomar en cuenta lo que se sabe ahora sobre la manipulación del colonialismo pero no, no pasó); y el miedo..., el deseo del poder de producir miedo (y odio, claro) para poder gobernar, ahí en el centro de todo... Una película necesaria. Me hizo bien en un momento malo en un año malo...

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