30 de junio de 2018

Ayer, la alemana-búlgara Western. Sabía que era rara y quería ver hasta qué punto era un western porque no lo es, no en el sentido estricto de la palabra y el género. Me gustó. Como suele pasar con mucho (no todo, nunca todo) cine europeo para mí fue un tantito lenta, sobre todo al principio pero entiendo las razones: muestra la forma en que un hombre extranjero (un alemán) en Bulgaria, un obrero, va entrando en el pueblito diminuto de montaña en que trabaja. Describe muy de a poco la forma en que, el único del grupo, va entendiendo y queriendo a los que viven ahí, y hasta empieza a aprender el idioma. La relación entre idiomas y el asunto "traducción" y comprensión interlingüística es un tema excelente y muy a tener en cuenta en la película. Y sí, es un western porque habla de la soledad enteramente masculina, de la testosterona desatada en ciertos medios solamente masculinos, del machismo, de la inexpresividad y falta de palabra de algunos hombres y de los dolores ocultos que puede haber abajo. Y también, sí, increíblemente, de la relación de esos hombres con la naturaleza..., caballos incluidos (muy western). Habla de la violencia masculina, de la competencia masculina, de los puños y las armas y las máquinas y el trabajo. Y de la falta de raíces. El final, digamos desde la mitad, cuando entendí adónde iba, me conmovió y entonces, ya no me pareció ni lenta ni larga y creo que termina donde debe terminar: con cierta armonía tensa y en suspenso en relación con una música muy búlgara y muy bella. Odi le encontró errores de verosimilitud que, una vez que los dijo, son reales, pero yo (como siempre que se trata de algo práctico y tal vez muy obvio para un ingeniero) no los vi.

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