24 de junio de 2018

Hoy, 24, me acuerdo de la primera vez que vi a Selva Aimé, el 24 de junio de 1994, cuando nació. Me acuerdo de ese parto, tanto más fácil que los anteriores, sobre todo que el primero. Un parto tranquilo, fácil, que empezó cuando quiso el médico (Evaristo, un hombre tranquilo y bueno que en lugar de gritar en el momento culminante, abrazaba). Cómodo, incluso..., diría, y eso que yo no disfruté mis partos anteriores, el primero fue realmente feo y lo único que yo quería era que terminara, bien claro pero que terminara. Pero el de Selva fue hermoso, conseguí hasta mirar los colores de la sala de parto y la cara de Odi. Y a ella, cuando nació. Recuerdo que venía un mes antes de tiempo y que cuando salió, yo dije "¡Qué chiquita!" porque estaba acostumbrada a los cerca de 4 kilos de los dos primero. Y Evaristo dijo "¡Qué grande!" porque 3,600 un mes antes era mucho. Y lloró enseguida y se calmó y todo parecía bien. Las horas que siguieron fueron feas, claro, y me tomaron por sorpresa porque las otras veces después del parto todo estuvo bien. Pero esa es otra historia. Me acuerdo de los ojos de ella cuando me miró por primera vez. Feliz cumple, hija.

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