27 de junio de 2018

Terminó Westworld (lo vimos un día tarde, ese domingo era el cumple de mi hija Selva y no estábamos para eso). Bueno..., a ver. Soy hincha fanática de GOT, no de esta aunque me gustó. Me gustaron las ideas, la complejidad, las actuaciones, las ideas y ciertas llamadas a líneas que se repiten tanto en el western como en la ciencia ficción (el afán de inmortalidad en los seres humanos, muy pero muy negativo siempre; los robots y esclavos que se rebelan, claro; el iluminado que crea un mundo nuevo y lo deshace al mismo tiempo; las ansias de libertad; la famosa "puerta o umbral" hacia otros mundos que aparece en la Saga de los Confines, en James Tiptree, en cientos de historias). Me gustó el final de ciertas figuras, el indio por ejemplo. Me gustaron ciertas imágenes de ese último capítulo de 1,30 horas, como el pueblo general que va hacia la puerta como última esperanza (tanto para decir con respecto a las migraciones ahí), Clementine en el caballo blanco que parece la muerte de Rousseau. Todo eso, sí. Pero el final me dejó como a Bernard, ese personaje que se volvió tan, tan importante: I don´t understand, repetía mil veces. No entiendo, no entiendo. Y eso, para mí, está mal. La complejidad es buena pero no saber cuándo dejar de plegar el tiempo sobre sí mismo, la historia sobre sí misma es malo. Me cansó ese final.
El centro siguió siendo filosófico (qué es el ser humano; qué es la muerte; qué sentido tiene la vida, etc, etc)..., cosa que a mí no me apasiona ni me atrae pero que tiene mucho, mucho que ver con el western y sus ritmos variables (de la nada inmóvil a los grandes momentos de sangre)... Eso también estuvo bien.
Me parece que debería terminarse acá. Pero no estoy segura de que eso pase.

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