7 de junio de 2018

Todo está unido, todas las historias son una, como sabemos los que creemos en cierto pensamiento holístico. Así vino la cosa:
-Hace frío y yo ya no sé cómo aguantarlo.
-Hace frío y, por primera vez en años (para educación no hay presupuesto, MMLPQTP), las instituciones en que doy clase (Lenguas, Lenguitas, Filosofía y Letras) no encienden la calefacción y la clase se vuelve insoportable. Aunque me haya puesto guantes, gorro, saco.
-Busqué en el placard lo más abrigado que tengo, pensando en la clase del martes (hoy voy de nuevo)... Me puse un suéter de muchos colores que amo y que uso poco, porque prefiero sacos, para sacármelos si hay calefacción.
-Cuando me siento con ese suéter en la máquina, veo esa cosa espantosa que pasó en Flores con el vendedor africano.
-Y entonces me acuerdo cuando lo compré y dónde: hace un año y medio, último día en Roma, día de invierno con frío, enero. Fuimos a buscar algo que queríamos comprar a la Piazza del Popolo. Y cuando salimos del subte, había una feria de vendedores de todo, africanos todos. Se lo compré a uno por 2 euros solamente... Hubiera comprado más pero no tenía lugar en la valija...
-África, la saqueada, la destrozada, la dividida en idiomas europeos que trataron de borrarlo todo a su paso (y no, no, no lo consiguieron), está en todas partes justamente porque la destrozaron, porque se la chupan todos los días. Y encima cuando los africanos van a otros lugares a sobrevivir, llorando, encuentran esto. Frío, palos.

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