14 de enero de 2021

 Ayer, terminamos la primera temporada de Stranger. Ya comenté bastante de la serie coreada de Netflix pero algo más voy a decir. Primero: me parece una hazaña de guionistas haber conseguido que un caso (complejo, varias muertes, no importa) siga durante 16 capítulos de más de una hora, creo que una y media. Y no malísimamente mal como hicieron con Lost o cosas por el estilo, no, bien, coherente,  emocionante (mucho), lleno de suspenso y con personajes muy pero muy interesantes. Eso, un golazo. Dos, los personajes me fascinaron cada uno por distintas razones. Tres, me sorprendió que el motivo de la venganza sea tan constante en la serie. Cuatro, sigo pensando que la relación de jerarquía en esa sociedad es terrible y agobiante y me gustó verla con claridad, igual que la relación mentor-discípulo. Cinco, excelentes tomas, seguramente diálogos buenos (con problemas de subtitulado..., de a ratos me costaba mucho seguirlos), gestos diminutos que decían mucho. Seis, los ricos no piden permiso (no quiero decir mucho más, pero el final es realista en eso). 

Ahora viene la crítica: el último capítulo podrían habérselo ahorrado, el 16 (uno de los números que más me gustan pero muy feo en este caso). Lo que tiene la serie que decir sobre la humanidad, la empatía, el amor por otros, la justicia, la injusticia, la violencia, la desprotección, ya lo dijo. Yo creo que en el cine y la literatura "con mensaje", sin duda (sé que en muchos lados no está de moda y pagué muy caro en algunos casos decirlo y sostenerlo como profe, y sin duda como escritora). Pero no así: ninguna necesidad de repetir todo eso en palabras directas..., como una especie de moraleja final. No hacía falta. Claro que una quiere saber qué pasó con cada uno..., y por eso hay que mirarlo pero..., francamente... 

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