14 de junio de 2021

 Ayer, terminé "El ferrocarril subterráneo", la serie. Y mi conclusión final es que no. No me gustó. No me molestaron los cambios con respecto a la novela, al contrario: en muchos casos, me parecen necesarios; me entusiasmó incluso la aparición de un personaje que no existe, muy conmovedor. No fue ese el problema. Lo que pasa con las semillas de okra me pareció incluso muy interesante, muy bueno a nivel simbólico.  Siempre digo que la transposición es una cosa compleja y que la supuesta "fidelidad" a mí no me parece importante. 

Pero en los diez capítulos, hubo algo en el tono, en la música, en la pomposidad lerda y sentenciosa, permanente, que desde mi punto de vista no hacia ninguna falta para contar esa historia terrible, no, que incluso molesta para entenderla en lo que realmente significa. El capítulo ocho, creo, bueno, dos o tres antes del final, en el que todo se vuelve onírico, me molestó mucho: es un desvío del orden general, de la mirada de la serie, de ese tono serio, pesado, que es el elegido en general. 

En este caso, creo que el tono es el que desarma la emoción y la emoción importa o debería importar. No, la verdad es que no me gustó. 

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