29 de febrero de 2024

 Cautivar a un rey. Netflix. Más que hablar de la serie misma, tengo ganas de decir algo sobre mí misma cuando la miro. Es, claramente, una telenovela, una de esas que me gustaban cuando las miraba (miré poquísimo… --hasta Suar, nunca las argentinas, que no me atraían porque la forma en que hablaban los personajes me parecía ridícula y estaba tan, tan lejos de algo que se pareciera a la vida; después, las de Suar y mucho, mucho, algunas brasileñas, sobre todo El color del pecado y Lazos de familia): es de época. Y pertenece a una cultura de la que no sé más que lo que me dijo el cine, y vimos mucho cine y series coreanas durante un tiempo, sobre todo un verano, creo que el de la pandemia, cuando nos quedamos dos meses en lugar de uno en Ezeiza. Telenovela de época, entonces. Hay algo político, por supuesto (porque se trata de un rey y una mujer disfrazada de hombre, de mucho menor poder que él, y se cuentan varios complots que corren alrededor de los dos, además de la sangre y el espanto del autoritarismo de toda monarquía, las reverencias sobre todo). Eso es el fondo. En el centro, un romance tipo telenovela. Eso siempre me gustó y lo aclaro cada vez que hablo del tema: ese cliché no verdadero del “único amor de la vida” y los obstáculos que se le cruzan y la sensación que tiene una de que todo va a ir bien al final (aclaro, yo prefiero que todo se resuelva bien; si no, me siento estafada). Quizá, para mí, la mejor versión de ese guion repetido es Outlander (porque se cruza con muchas cosas y yo escribí un artículo al respecto en Ñ cuando todavía estaba ahí –ah, aclaro que hablo de la serie, solamente leí uno de los libros de Gabaldon). Por Outlander ya pensé qué me gusta de esto, ese gusto un poco “vergonzoso” (todo eso está en el artículo, no lo repito acá, excepto en un súper resumen). Están hechas para eso, ya sé, y a mí (sé que a otros les da risa) me conmueven profundamente las llamadas “scènes à faire”, “escenas que deben hacerse”, por ejemplo: el momento en el que se encuentra o reencuentra la pareja, o se perdonan o se besan por primera vez o se confiesan secretos que los espectadores sabíamos o descubren que, en realidad, el que se suponía que estaba muerto, nunca murió. Me conmueven muchísimo, lo confieso, y esa “conmoción” me resulta muy pero muy placentera. Suelo ver esas escenas más de una vez (lo hice ayer, repetí la última del capítulo de Cautivar a un rey que pusieron en la plataforma). En este caso, hay un plus: la cultura coreana, todo, los gestos, la forma en que caminan, cómo hablan, el vestuario, los manejos del poder en la Corea en ese período (que por la oferta que veo en las plataformas es el que siempre eligen ahí para contar historias). La cultura me es absolutamente extraña y fascinante y no importa si las cosas eran parecidas a lo que se ve o no, importa lo que aparece ahí en el argumento. Hasta ahí, todo muy parecido a otras telenovelas (excepto en cuanto al punto cultural). Dentro de ese punto, aparece la importancia del “go”, todo un personaje en la historia y ese juego y su cultura y protocolos están muy bien pintados. A mí, que nunca juego a nada, que no quiero jugar (cuestiones de historia personal me lo hacen muy desagradable), me interesó mucho verla. Pero hubo algo más: un detalle que me sorprendió profundamente (como el planteo de una pareja donde la mujer era más de diez años mayor que el novio en Lazos de familia, aunque los brasileños no se atrevieron a llevar ese hilo hasta el final): la forma en que se planteó (como un chisme pero no tan terrible) el gusto de un hombre por otros hombres. Eso fue fascinante… No creí que se diera así aunque era evidente que había algo en el hecho de que al rey le gustara tanto el “chico” (que es una chica) que juega al go con él. Yo creí que iban a dejarlo pasar… pero desde el momento en que el rey (en una “scène à faire”) le confiesa a su “amigo” que “le gusta mucho”, supe que el tema iba a significar algo. Y fue muy tranquilo, muy no terrible en el fondo. Eso me sorprendió. Como en todo esquema de folletín, me tienen bien agarrada: quiero que lleguen los sábados para que pongan los dos capítulos siguientes.

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