29 de junio de 2024

 Rapito. (cine) Ayer nos fuimos a Recoleta (a ese shopping frente al cementerio, donde antes estaba el cine Village, un shopping enredado y para nosotros --los dos-- muy feo) a ver "Rapto" (esa es la traducción del título en italiano; aunque acá le pusieron "La conversión", en fin..., la falta de fidelidad de los departamentos de marketing en los títulos me sigue asombrando, tanto en novelas como en películas) de Bellocchio. Raro, había muchísima gente (para lo que solemos ver en el Sur, en Adrogué o incluso en Belgrano), y no solo afuera, en los pasillos sino en el cine también.

Es una película muy clásica, mucho, demasiado diría yo: música a lo Hollywood (eso era lo peor de todo, creo), tomas grandilocuentes, un tipo de cine más bien viejo que a mí, en general, me gusta mucho (aunque suelo ver películas no europeas sino estadounidenses de ese estilo). Esta no me terminó de cerrar aunque las locaciones eran increíbles, bellísimas (Italia es Italia), los trabajos todos excelentes para mí (a Odi le molestó el del Papa), incluso el del chiquito, los colores realmente poderosos. Lo que me impresionó muchísimo es la historia, una historia real sobre el rapto (título) de un chico judío que los católicos de los Estados Pontificios se llevan porque está bautizado, para que sea cristiano. Se ve que no tengo tanta formación de esas historias europeas..., y me sorprendió mucho. Hay algunos diálogos que estaban muy bien hechos y la escena desgarradora de cuando separan al chico de la madre y el chico, por fin, se rebela..., para mí fue inolvidable. Algo obvio: el montaje de las dos religiones (judía y católica) en ciertos momentos, como para decir que ambas están en lo mismo, que ambas son humanas y con problemas aunque en el momento de la historia, la judía no tenga poder y la otra sí. Me alegro de haberla conocido...., aunque sé que voy a olvidarme de la película enseguida. Últimamente no vemos nada que nos fascine en el cine, pero ir, sentarse ahí, mirar la pantalla y después cenar en alguna parte (fuimos a El Español, muy rico) me sigue haciendo profundamente feliz. Es mi salida favorita.

Una más sobre “Rapito” (La conversión). Hoy leímos un artículo en Ñ sobre la película de Bellocchio (largo por cierto, yo suelo leer en voz alta los sábados ciertos artículos y este fue uno que elegimos, estaba al lado de uno sobre la película que vimos ayer y que comento después). Me abrió la cabeza con respecto a ciertas cosas. Como dije, la película no me convenció pero sí hablé, como el autor del artículo, de esa escena terrible de la separación del chico y la madre en el Vaticano, el único momento de rebeldía del chico (la rebeldía de alguien muy indefenso es algo que a mí me resulta muy difícil de contemplar y eso fue lo que me pasó cuando vi eso, hasta me puse a llorar). No dije nada, en cambio, de la escena en la que el chico está frente al Cristo de madera en la Iglesia, solo, y hace algo fabuloso, fantástico (en los dos sentidos: es una gran, gran metáfora sobre el símbolo central del catolicismo y se da en un plano no realista, fantástico). Y esa escena también es tan, tan conmovedora… y dice tanto sobre lo que está criticando de la Iglesia en ese momento y de las instituciones totales en general (una “institución total”, decía Goffmann, es una institución que toma a sus internos y los moldea como quiere, desde arriba, sin pedirles ninguna opinión ni hacer caso de opinión alguna si la tienen, en completo “totalitarismo” como los hospitales psiquiátricos –que él estudiaba— y también las cárceles, el ejército, las sectas, la escuela y mucho más), tanto, que yo debería haberlo visto y no lo noté. Así que lo digo ahora. Pero repito: todo eso es el maravilloso guion…, lo que a mí me rechazó un poquito fue lo operístico (el adjetivo es del artículo y es exacto), lo grandilocuente (aunque el cine grandilocuente, la verdad)…, y en eso, sigo pensando que me interesó más la historia en sí que la forma de contarla. Pero hay que decir que el artículo me hizo repensar algunas cosas.


No hay comentarios: