5 de agosto de 2024

Supacell. Terminamos la primera temporada de esta serie inglesa de Netflix, que muestra el Sur de Londres, la zona pobre y habitada sobre todo por negros y combina esa mirada socialmente marcada y terrible con una historia de ciencia ficción y de “superhéroes” (pero nada que ver con los superhéroes más conocidos, de la forma en que la primera película de Pantera Negra no tenía nada que ver con El hombre araña ni con Batman ni con ninguna de las anteriores). 

Me pareció excelente. Conmovedora, bien actuada, con solo dos personajes blancos (y más bien hacia el final), una cuestión de manejo del lugar apabullante no solo por las tomas y los colores y el espanto de esas zonas sino sobre todo, por el hecho de que hay edificios abandonados que tienen un rol fascinante y que, en algún sentido, muestran cómo las ciudades de nuestro tiempo (este, no uno futuro) tienen zonas que no les pertenecen del todo, zonas que funcionan como quistes separados. Cada uno de los dramas de los cinco protagonistas (tal vez hay más, habría que pensarla desde una buena definición de “protagonistas”) tiene una gran profundidad humana y habla o de problemas económicos (sobre todo) o de crisis de tipo personal que cuando aparecen se sienten como en carne propia. Esa cercanía en los sentimientos y experiencias me parece fundamental (y es lo que no me gusta de las series todas de malos o las series secas y frías en las no es posible ninguna “identificación; de nuevo, solo gustos personales). 

Quedó muy arriba, porque es evidente que esperan hacer una nueva temporada… pero fuera de eso, la mirada a la ciencia, a las autoridades totales, a la parte burocrática de esas instituciones (hasta ahora misteriosas) me pareció excelente. Y me recordó en gran parte a todo lo que sé de las instituciones totales como la cárcel. Impactante… El final…, bueno, esperemos a ver cómo sigue. 

 

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